domingo, 8 de noviembre de 2009

Anulacion de todos los juicios.

ANULACIÓN DE TODOS LOS JUICIOS
La familia del poeta Miguel Hernández (Orihuela 1910, Alicante 1940) pidió ayer al Gobierno que anule el proceso que le condenó a muerte por rebelión contra el Movimiento franquista. La demanda recae sobre el Ministerio de Justicia.
La familia del escritor vivió en la oscuridad durante toda la dictadura, sin llamar la atención de los represores. "Vivieron muy asustados, aún en la noche del 23-F aparecieron anónimos en el buzón de casa", recuerda Lucía Izquierdo, nuera del escritor y portavoz de la familia.
"Es la teoría de la rebelión invertida. Le acusan de izquierdista e incluso de tener una intensa actividad literaria. De hecho, sigue condenado", explica el portavoz de la Comisión Cívica de Alicante para la Recuperación de la Memoria Histórica, Manuel Parra.
Los herederos critican la falta de iniciativa oficial por restaurar su figura
Este colectivo acompañó ayer a la familia a la subdelegación del Gobierno de Alicante. Allí entregaron el escrito en el que piden la anulación del sumario 21.001 del Juzgado Militar de Prensa y el certificado de reparación moral que la Ley de la Memoria Histórica 52/2007 otorga a los que sufrieron la persecución injusta de los sublevados en 1936.
"La ley es coja y débil. Le falta mucho argumento. Por eso creemos que esta petición es una oportunidad maravillosa para recordar a Miguel de cara a su centenario, en 2010", señala la viuda del único hijo que el poeta tuvo con su mujer, Josefina Manresa.
Los herederos de Miguel Hernández denunciaron en un comunicado "la ausencia de iniciativas del Gobierno autonómico, estatal y de otras instituciones [...] para rehabilitar la trayectoria de Miguel Hernández, sobre el que pesa una injustificable condena a muerte".
Crueldad franquista
El consejo de guerra sufrido por Hernández refleja toda la crueldad de la dictadura franquista. "Estuvo seis meses sin saber que le habían conmutado la pena por 30 años de prisión y en todo momento rechazó contundentemente todos los intentos de su conversión", recuerda Parra.
"Vivieron muy amargaicos", dice la nuera del escritor sobre su familia
Los amigos de Hernández, José María Cossío y Rafael Sánchez Mazas, visitaron al poeta en su celda de Alicante. Allí le trasladaron la oferta del nuevo régimen. Saldría en libertad si cambiaba su matrimonio civil con su amada Josefina por uno canónigo. Hernández lo rechazó hasta que su muerte era inminente.
"Alégrate, que mañana nos vamos a casar", le escribió a Josefina, profunda creyente. Cuatro días después del enlace murió en prisión. "Lo aceptó para que no trataran a Josefina como a una mujerzuela", recuerda su nuera por teléfono, desde el estanco que regenta en Elche (Alicante).
Josefina Manresa y su hijo Miguel sobrevivieron gracias a la venta de los vestidos que ella confeccionaba en casa y el repartía por Elche. "Mi marido era muy buen estudiante, pero nunca le dejaron entrar en las escuelas nacionales. Tenía que ir a la escuela de pago y aún así, le bajaban las notas. Siempre estuvieron señalados. Vivieron muy amargaicos", lamenta Izquierdo.
El PP no exalta la figura republicana del poeta
La Comisión Cívica de Alicante para la Recuperación de la Memoria Histórica y los herederos de Miguel Hernández criticaron ayer la falta de iniciativa de los gobiernos autonómico y estatal para la rehabilitación del poeta. El portavoz de la asociación, Manuel Parra, señaló que la Generalitat valenciana no ha querido seguir la senda de la catalana, que ha pedido la nulidad del juicio al ex president de la Generalitat, Lluís Companys. La familia denunció que la fundación del poeta, creada en 1992, está dominada por el PP y evita destacar la figura republicana de Hernández.
Publicado por Ateos y Republicanos.
martes 27 de octubre de 2009

LAS MENTIRAS HEREDADAS

Paul Preston, el PP y las mentiras heredadas
El pasado lunes, Paul Preston, reconocido hispanista y catedrático de Historia Contemporánea Española, abrió en Huesca el Congreso “Vencedores y vencidos. Exilio y dictadura, setenta años después”, en el que diferentes expertos, como Jordi Gracia, José Andrés Rojo, Julián Casanova y Almudena Grandes, han tratado diversos temas (historia, arte, literatura, cine) relacionados con la dictadura nacional-católica y los exiliados de la Guerra Civil.
Me ha sido imposible asistir, pero he seguido la prensa para acceder, al menos, a los datos más relevantes que se han expuesto en el Congreso. Porque, a estas alturas, el pasado traumático que ha marcado en España la política y la sociedad durante muchas décadas, sigue siendo, en muchos aspectos, una incógnita a desvelar. A estas alturas, treinta y cuatro años de democracia no han sido suficientes para mirar los cuarenta años del franquismo con asepsia intelectual por parte de los consabidos sectores religiosos y políticos.

A estas alturas, en España sigue existiendo una derecha que quiere seguir ocultando las tremendas vergüenzas de una dictadura que sometió al país a la miseria, a la angostura vital y a la más implacable falta de libertad; ¿por qué si no el PP se ha opuesto a la Ley de Memoria? ¿Por qué si no ha hecho campaña de acoso y derribo contra el juez, Garzón, que pretendía restituir la dignidad a las víctimas del franquismo y a sus familias? ¿Por qué si no hablan los del PP de “reabrir heridas” cuando saben muy bien que esas heridas nunca se han curado? y ¿por qué, alejada de toda moderación democrática, la derecha continúa dando por válidas algunas mentiras del franquismo?

Para Paul Preston, según argumentó en su discurso inaugural, algunas respuestas están en el control absoluto que tuvo el franquismo de los medios de comunicación y del sistema educativo, que permitió al dictador “hacer cuajar ciertas mentiras” en las generaciones que crecieron en el estado represivo. También aludió a los cuarenta años que tuvieron los franquistas para hacer desaparecer las pruebas de sus crímenes, que fueron muchos; y se preguntó en voz alta: “Si los franquistas estaban tan orgullosos de lo que habían hecho, ¿por qué pusieron tanto empeño en hacerlo desaparecer?”. La propia derecha, por oponerse a desvelar la verdad de la dictadura, se autoinculpa.

Quizás sea ésa la explicación a que esa derecha que “sufrimos” continúe con esas mentiras aún “cuajadas” y sea, por eso, experta en embestir, en desprestigiar y en mentir indiscriminadamente; y en oponerse de manera sistemática a cualquier avance democrático; y en tapar, con increíble cinismo, sus descomunales corruptelas; y en manipular con mentiras manifiestas la conciencia de sus votantes.

Y en aliarse con los intereses de la jerarquía católica y, a su vez, ser referente político de la injerencia constante del clero en los asuntos públicos; y en hacer feroz campaña contra la educación democrática en la escuela; y en engañar a la ciudadanía con argumentos falaces sobre la Ley del aborto; y en tantas y tantas cosas que nos siguen alejando a los españoles de ese democratismo político que tanta falta nos hace.

Afortunadamente, existen expertos, historiadores, hombres y mujeres de la ciencia y la cultura que, con honradez intelectual, continúan desmadejando la inmensa maraña de incógnitas y mentiras que aún pululan en muchas conciencias. Y, mientras tanto, esta derecha impresentable, que se niega a condenar el franquismo, y que llama “asesinato” a la interrupción del embarazo según pautas científicamente consensuadas, vuelve la cabeza ante miles de muertes que ocurrieron hace no tantos años por defender la democracia y la libertad. A esas muertes no las llaman “asesinatos”; la aniquilación de esas vidas ni la contemplan. Tremenda contradicción que les define y les delata.

Coral Bravo es Doctora en Filología y miembro de Europa Laica

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