domingo, 13 de septiembre de 2009

Los niños que perdió España entre guerras y dictaduras

Los niños que perdió España entre guerras y dictaduras
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El regreso a España se le permitió a la mayoría de los “niños de la guerra” a partir de 1949. Según el ITS, retornaron 20.266, aunque no todos se quedaron. Sin embargo, “a los menores que estaban en la Unión Soviética no se les dejó volver”, lamenta Cabra, “el Partido Comunista Español quería encargarse de su formación: se convirtieron en rehenes de la lucha ideológica entre el PCE y el régimen de Franco”. Los que fueron educados por el Partido aún tuvieron suerte. Los pequeños a los que la segunda Gran Guerra había dejado desamparados formaron en muchos casos bandas que recurrían al delito para la supervivencia. En la URSS, los mayores de 12 años podían ser deportados a los campos de trabajos forzados.
“Hay niños que acaban en los Gulag, hay niños que acaban en la cárcel, y hay niños desaparecidos de los que nunca se volvió a saber nada”, dice Cabra. Cuántos, se desconoce. “El archivo de la Cruz Roja de la Unión Soviética fue purgado y se quemaron todas las actas que no le interesaban al régimen comunista”, cuenta Cabra. “Tampoco el Gobierno español ha hecho ningún esfuerzo por elaborar y hacer pública una lista con los nombres de los ‘niños de la guerra’, y la información la tiene”, critica Dionis.
Ha sido exclusivamente la labor de las asociaciones y de los mismos menores, hoy ya ancianos, la que ha logrado ir reconstruyendo estas historias y evitando que caigan en el olvido. La recientemente aprobada Ley de la Memoria Histórica ni siquiera menciona a los “niños de la guerra”, que “continúan sin recibir reconocimiento jurídico de ningún tipo”, dice Dionis. “Además, nadie se ha dedicado a estudiar estos casos”, añade, “hay montones de libros sobre la Guerra Civil, pero no hay trabajos sobre cuestiones concretas como, por ejemplo, ¿qué pasó con los ‘niños de la guerra’?”.
Los “niños perdidos”
Según el juez español Baltasar Garzón, se trata de un delito que puede ser tipificado como detención ilegal con desaparición forzada y según el magistrado fue una práctica sistemática y repetitiva durante el franquismo: los hurtos de niños, hijos de republicanas encarceladas. En la mayoría de los casos, los menores eran entregados a las órdenes religiosas o a las instituciones del régimen y, en ocasiones, a familias afines al mismo. Su pista se pierde fácilmente, sobre todo cuando por uno de estos tres caminos a los pequeños se les cambia el nombre.
Fueron en primer lugar un documental emitido por la televisión pública catalana TV3, titulado Los niños perdidos del franquismo y realizado por Montserrat Armengou y Ricard Belis, y un libro del mismo nombre, escrito por ambos junto a Ricard Vinyes, los que levantaron la polémica en torno a estas prácticas, sobre cuyo ejercicio en España hasta el momento sólo se había hablado en círculos extremadamente reducidos. Después, Garzón presentó su auto y otro de los muchos temas que del pasado histórico español se han ignorado quedó definitivamente listo para el debate.
“Una de las sorpresas que me encontré a la vuelta de un largo exilio fue el ver que mis estudiantes (gente joven, despierta y curiosa intelectualmente, horrorizados por las barbaridades realizadas por las dictaduras chilenas y argentinas -tales como el robo de niños de padres asesinados por aquellas dictaduras-) desconocían que todos aquellos horrores habían ocurrido también en España”, recuerda el catedrático de Ciencias Políticas Vicenç Navarro al comienzo de un artículo publicado por el diario español El País.
Sin embargo, en la actual discusión algunos expertos están emitiendo señales de alarma ante lo ligero de las comparaciones. “Desde el punto de vista jurídico, lo sucedido con los menores en España y lo que pasó en América Latina no es lo mismo. En Chile y en Argentina, a las presas les quitaban los niños en secreto. En España era un acto legal- conforme a la legalidad franquista- y se llevaba a cabo abiertamente”, indica Dionis. “A los padres españoles, el Estado les retiraba oficialmente la patria potestad sobre sus hijos porque, al ser ‘rojos’, consideraba que no estaban capacitados para educarlos”, añade.
El juez Garzón calcula que sólo entre 1944 y 1945 estuvieron bajo tutela del Estado español más de 30.000 niños descendientes de opositores al régimen. Pero, “Garzón ha planteado muy mal su auto”, opina Dionis, “los menores que les fueron sustraídos a las presas republicanas no están desaparecidos. Existen actas y documentos en los que se registraron las entregas de los pequeños a las órdenes religiosas, los procedimientos de adopción y las modificaciones de nombres y apellidos. Bastaría con que el Gobierno reconociera jurídicamente el problema y ordenara la apertura de una investigación en la que se catalogasen e hiciesen públicos todos los archivos”.
Los “niños enterrados”
El grueso de los españoles que desaparecieron durante la Guerra Civil y el régimen franquista se encuentra bajo la tierra de las fosas comunes. 70 años después de que se pusiese fin al conflicto interno hispano y a casi 34 de la muerte de Francisco Franco, una parte del país todavía busca a sus abuelos, sus madres, sus tíos, sus hermanas. En el lento proceso español de reconstrucción del pasado y reconocimiento de las víctimas, el ritmo de las exhumaciones de cadáveres de represaliados se ha acelerado en los últimos años. En el silencio reinante hasta hace algún tiempo, el destino de las 13 Rosas fue llevado en 2007 al cine.
Pero, ¿se sospechan fusilamientos frecuentes de menores, aún hoy desaparecidos? “Se sabe que hubo menores encarcelados; se sabe que hubo actos de violencia indiscriminada contra la población civil e imaginamos que estos seguramente afectaron también a algunos menores, teniendo en cuenta además que la mayoría de edad se situaba en aquella época en los 21 años para las mujeres y los 23 para los hombres”, dice Juli Cuéllar, responsable del departamento de Desaparecidos y Fosas de la Guerra Civil y el Franquismo del Gobierno catalán. “Sin embargo, a nosotros, que trabajamos a partir de las peticiones de búsqueda que nos hacen los ciudadanos, no nos consta ningún caso de este tipo”, puntualiza.
De las alrededor de 3.000 solicitudes que han llegado hasta las oficinas de esta instancia, dos son de menores desaparecidos, cuenta Cuéllar: “una es de un niño cuya pista se pierde durante un bombardeo. La otra nos la ha hecho llegar una madre que dio a luz en la cárcel y tiene constancia de la muerte del bebé, pero quiere saber dónde está enterrado”.
Autora: Luna Bolívar Manaut
Editora: Emilia Rojas





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