domingo, 8 de noviembre de 2009

Anulacion de todos los juicios.

ANULACIÓN DE TODOS LOS JUICIOS
La familia del poeta Miguel Hernández (Orihuela 1910, Alicante 1940) pidió ayer al Gobierno que anule el proceso que le condenó a muerte por rebelión contra el Movimiento franquista. La demanda recae sobre el Ministerio de Justicia.
La familia del escritor vivió en la oscuridad durante toda la dictadura, sin llamar la atención de los represores. "Vivieron muy asustados, aún en la noche del 23-F aparecieron anónimos en el buzón de casa", recuerda Lucía Izquierdo, nuera del escritor y portavoz de la familia.
"Es la teoría de la rebelión invertida. Le acusan de izquierdista e incluso de tener una intensa actividad literaria. De hecho, sigue condenado", explica el portavoz de la Comisión Cívica de Alicante para la Recuperación de la Memoria Histórica, Manuel Parra.
Los herederos critican la falta de iniciativa oficial por restaurar su figura
Este colectivo acompañó ayer a la familia a la subdelegación del Gobierno de Alicante. Allí entregaron el escrito en el que piden la anulación del sumario 21.001 del Juzgado Militar de Prensa y el certificado de reparación moral que la Ley de la Memoria Histórica 52/2007 otorga a los que sufrieron la persecución injusta de los sublevados en 1936.
"La ley es coja y débil. Le falta mucho argumento. Por eso creemos que esta petición es una oportunidad maravillosa para recordar a Miguel de cara a su centenario, en 2010", señala la viuda del único hijo que el poeta tuvo con su mujer, Josefina Manresa.
Los herederos de Miguel Hernández denunciaron en un comunicado "la ausencia de iniciativas del Gobierno autonómico, estatal y de otras instituciones [...] para rehabilitar la trayectoria de Miguel Hernández, sobre el que pesa una injustificable condena a muerte".
Crueldad franquista
El consejo de guerra sufrido por Hernández refleja toda la crueldad de la dictadura franquista. "Estuvo seis meses sin saber que le habían conmutado la pena por 30 años de prisión y en todo momento rechazó contundentemente todos los intentos de su conversión", recuerda Parra.
"Vivieron muy amargaicos", dice la nuera del escritor sobre su familia
Los amigos de Hernández, José María Cossío y Rafael Sánchez Mazas, visitaron al poeta en su celda de Alicante. Allí le trasladaron la oferta del nuevo régimen. Saldría en libertad si cambiaba su matrimonio civil con su amada Josefina por uno canónigo. Hernández lo rechazó hasta que su muerte era inminente.
"Alégrate, que mañana nos vamos a casar", le escribió a Josefina, profunda creyente. Cuatro días después del enlace murió en prisión. "Lo aceptó para que no trataran a Josefina como a una mujerzuela", recuerda su nuera por teléfono, desde el estanco que regenta en Elche (Alicante).
Josefina Manresa y su hijo Miguel sobrevivieron gracias a la venta de los vestidos que ella confeccionaba en casa y el repartía por Elche. "Mi marido era muy buen estudiante, pero nunca le dejaron entrar en las escuelas nacionales. Tenía que ir a la escuela de pago y aún así, le bajaban las notas. Siempre estuvieron señalados. Vivieron muy amargaicos", lamenta Izquierdo.
El PP no exalta la figura republicana del poeta
La Comisión Cívica de Alicante para la Recuperación de la Memoria Histórica y los herederos de Miguel Hernández criticaron ayer la falta de iniciativa de los gobiernos autonómico y estatal para la rehabilitación del poeta. El portavoz de la asociación, Manuel Parra, señaló que la Generalitat valenciana no ha querido seguir la senda de la catalana, que ha pedido la nulidad del juicio al ex president de la Generalitat, Lluís Companys. La familia denunció que la fundación del poeta, creada en 1992, está dominada por el PP y evita destacar la figura republicana de Hernández.
Publicado por Ateos y Republicanos.
martes 27 de octubre de 2009

LAS MENTIRAS HEREDADAS

Paul Preston, el PP y las mentiras heredadas
El pasado lunes, Paul Preston, reconocido hispanista y catedrático de Historia Contemporánea Española, abrió en Huesca el Congreso “Vencedores y vencidos. Exilio y dictadura, setenta años después”, en el que diferentes expertos, como Jordi Gracia, José Andrés Rojo, Julián Casanova y Almudena Grandes, han tratado diversos temas (historia, arte, literatura, cine) relacionados con la dictadura nacional-católica y los exiliados de la Guerra Civil.
Me ha sido imposible asistir, pero he seguido la prensa para acceder, al menos, a los datos más relevantes que se han expuesto en el Congreso. Porque, a estas alturas, el pasado traumático que ha marcado en España la política y la sociedad durante muchas décadas, sigue siendo, en muchos aspectos, una incógnita a desvelar. A estas alturas, treinta y cuatro años de democracia no han sido suficientes para mirar los cuarenta años del franquismo con asepsia intelectual por parte de los consabidos sectores religiosos y políticos.

A estas alturas, en España sigue existiendo una derecha que quiere seguir ocultando las tremendas vergüenzas de una dictadura que sometió al país a la miseria, a la angostura vital y a la más implacable falta de libertad; ¿por qué si no el PP se ha opuesto a la Ley de Memoria? ¿Por qué si no ha hecho campaña de acoso y derribo contra el juez, Garzón, que pretendía restituir la dignidad a las víctimas del franquismo y a sus familias? ¿Por qué si no hablan los del PP de “reabrir heridas” cuando saben muy bien que esas heridas nunca se han curado? y ¿por qué, alejada de toda moderación democrática, la derecha continúa dando por válidas algunas mentiras del franquismo?

Para Paul Preston, según argumentó en su discurso inaugural, algunas respuestas están en el control absoluto que tuvo el franquismo de los medios de comunicación y del sistema educativo, que permitió al dictador “hacer cuajar ciertas mentiras” en las generaciones que crecieron en el estado represivo. También aludió a los cuarenta años que tuvieron los franquistas para hacer desaparecer las pruebas de sus crímenes, que fueron muchos; y se preguntó en voz alta: “Si los franquistas estaban tan orgullosos de lo que habían hecho, ¿por qué pusieron tanto empeño en hacerlo desaparecer?”. La propia derecha, por oponerse a desvelar la verdad de la dictadura, se autoinculpa.

Quizás sea ésa la explicación a que esa derecha que “sufrimos” continúe con esas mentiras aún “cuajadas” y sea, por eso, experta en embestir, en desprestigiar y en mentir indiscriminadamente; y en oponerse de manera sistemática a cualquier avance democrático; y en tapar, con increíble cinismo, sus descomunales corruptelas; y en manipular con mentiras manifiestas la conciencia de sus votantes.

Y en aliarse con los intereses de la jerarquía católica y, a su vez, ser referente político de la injerencia constante del clero en los asuntos públicos; y en hacer feroz campaña contra la educación democrática en la escuela; y en engañar a la ciudadanía con argumentos falaces sobre la Ley del aborto; y en tantas y tantas cosas que nos siguen alejando a los españoles de ese democratismo político que tanta falta nos hace.

Afortunadamente, existen expertos, historiadores, hombres y mujeres de la ciencia y la cultura que, con honradez intelectual, continúan desmadejando la inmensa maraña de incógnitas y mentiras que aún pululan en muchas conciencias. Y, mientras tanto, esta derecha impresentable, que se niega a condenar el franquismo, y que llama “asesinato” a la interrupción del embarazo según pautas científicamente consensuadas, vuelve la cabeza ante miles de muertes que ocurrieron hace no tantos años por defender la democracia y la libertad. A esas muertes no las llaman “asesinatos”; la aniquilación de esas vidas ni la contemplan. Tremenda contradicción que les define y les delata.

Coral Bravo es Doctora en Filología y miembro de Europa Laica

lunes, 14 de septiembre de 2009

El genocidio franquista

El genocidio franquista
Hace 33 años que murió el militar golpista Francisco Franco, quien, después del levantamiento armado contra la legítima República española, se autoproclamó generalísimo e impuso, desde la fuerza de las armas, una dictadura fascista. Un régimen represor y cruel que duró mientras vivió el dictador. Su muerte y la posterior restauración democrática forman parte de la memoria del pueblo y la historia hace que jamás pueda olvidarse. Esto es cierto, tanto por la certeza de los acontecimientos bélicos como por las secuelas de los crímenes que se cometieron para eliminar a quienes defendían la República. Crímenes y secuestros que todavía perduran: miles de asesinados y niños y niñas arrancados de sus familias, educados contra la ideología de sus padres y entregados a un destino lejano al de su origen familiar. Esta terrible agresión a los derechos humanos y a las leyes se conoce como genocidio, que es tanto como decir "exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivos políticos". No soy jurista, ni falta que me hace, para entender que la pertenencia a cualquier grupo fascista o la alabanza del franquismo, sea cual sea la forma adoptada, debe ser prohibida y castigada por las leyes. En este sentido, una revisión de la Ley de la Memoria Histórica vendría a condenar no solamente los crímenes contra la humanidad del franquista sino también a los grupos o personas que fuesen favorables a esta ideología criminal. Un paso definitivo para la total restauración democrática sería, por tanto, la prohibición de estas organizaciones así como las opiniones fascistas, declarándoseles también actos de terrorismo contra dichos grupos o personas que pudieran defender el genocidio franquista. Digo lo anterior, sabiendo que la guerra española y sus secuelas han dejado tanta tristeza, tanta crueldad y tanta sangre en España que conviene que se conozca la veracidad de los hechos y se devuelva la dignidad a esas personas asesinadas, muchos de ellos sin enterramiento desde que se cometieron los crímenes. En este sentido no se puede entender que el Gobierno y los grupos políticos democráticos no hayan determinado ya el juicio a Franco y su dictadura, para que no sólo el Parlamento español sino la Justicia condenen aquel golpe de Estado fascista, y prohibiendo radicalmente su negra mitología manifestada en los símbolos de aquella dictadura. En este sentido, los que aún quedan en iglesias y calles deben ser retirados por los poderes públicos correspondientes (Estado, Comunidades Autónomas o Ayuntamientos). Y si esto no fuese así, el Poder Judicial deberá obligar al cumplimiento de la ley, sobre todo cuando sabemos que, en muchas ocasiones, la derecha es reacia a cumplir con estos preceptos legales. Todo lo demás, es darle vueltas a una idea cada vez más desafortunada: la de la no abrir viejas heridas, que es tanto como dejar sangrando en estado latente las que nos dejó el largo periodo del franquismo. Sólo con leyes que se cumplan y con actos que devuelvan la dignidad a los derrotados, que nunca vencidos, fuesen represaliados, secuestrados o asesinados, se podrá acabar con este ya largo juicio social de la historia más negra de España, y sobre todo para que la razón ideológica pase a enmarcarse a la legalidad constitucional en relación con estos crímenes contra la humanidad del genocidio franquista.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Fusilados en Zaragoza, 1936-1939, Tres años de asistencia espiritual a los reos.

Fusilados en Zaragoza, 1936-1939, Tres años de asistencia espiritual a los reos.
Se tratan de unas Memorias escritas por el capuchino Gumersindo de Estella, generadas por su asistencia espiritual a numerosos condenados a muerte en la cárcel de Torrero de Zaragoza entre los años 1937-1942. Su título es Fusilados en Zaragoza, 1936-1939, Tres años de asistencia espiritual a los reos.
Antes ya se han producido grandes matanzas por motivos políticos en Zaragoza por parte de los rebeldes franquistas. Ahora son menos, pero no dejan de ser cuantiosas. La primera asistencia, a los condenados a muerte se lleva a cabo el 22 de junio de 1937 y la última el 10 de marzo de 1942, casi tres años después de acabada la Guerra Civil
Sobre las 4 o las 5 de la mañana es requerido el padre Gumersindo, para que desde su residencia en el convento capuchino, al lado del Canal Imperial, vaya a la cárcel de Torrero para asistir espiritualmente a los condenados a muerte, para intentar darles la confesión, ofrecerles la misa y la comunión a aquellos que lo deseasen, y finalmente acompañarles a las tapias del cementerio, para después del fusilamiento, administrarles la Santa Unción.
El relato es en muchos momentos estremecedor y durísimo.. Una estancia, que hacía las veces de capilla, con una mesa de altar con todo lo necesario para la misa; en la pared y sobre dicha mesa aparecía un retrato de Franco; y debajo de la efigie del dictador, un crucifijo; a ambos lados, dos velas. Éste es el escenario elegido por las fuerzas rebeldes franquistas, para que se confesasen por última vez los presos. El retrato de Franco, quien ha firmado su pena de muerte, está presente para humillarlos más si cabe. Alguno de los presos se rebelaba, aduciendo que no podía confesarse ante este escenario. Alguno también culpaba a la Iglesia católica de complicidad, porque permitía y secundaba semejantes atrocidades, como ya veremos más adelante. En concreto uno de los reos fusilado el 22 de junio de 1937, argumenta que rechaza esa religión, que está matando un millón de españoles, esa religión fascista
Si estos momentos descritos en el párrafo anterior son dramáticos, no lo son menos todos aquellos que relatan el traslado a las tapias del cementerio y los mismos fusilamientos. Era una comitiva numerosa y dantesca. Solía hacerse en un autocar, en el que estaban los guardias, los reos, los padres religiosos. En autos particulares iban el director de la prisión, un par de oficiales de la misma, el juez de ejecuciones con su secretario, algún agente de policía y del juzgado, cuatro o cinco señores de la Hermandad de la Sangre de Cristo, el médico de la cárcel. Este viaje para el preso debía ser terrible.
Llegamos al fusilamiento. Los soldados solían ser 4 o 5 por reo. Muchas veces acostumbraban a fallar voluntariamente en sus disparos, con lo cual se acrecentaba el sufrimiento. El 21 de septiembre de 1937, día que fusilaron a seis, después de la descarga todavía palpitaban y respiraban fuertemente sobre un charco de sangre, momento que sirvió para darles la absolución y la Santa Unción. Detrás del religioso un teniente les daba dos o tres tiros en la cabeza, saltando el cráneo, quedando con los ojos abiertos. El 14 de julio de 1938 se produjeron 8 fusilamientos; lo novedoso consistió en que después de ser conducidos en un camión hacia la tapia del cementerio, al divisar la tropa, se paró el vehículo; y recibieron la orden de no saltar a tierra; pasó un cuarto de hora y nadie daba orden de bajar; el padre capuchino pregunto qué pasaba, la respuesta fue que se habían olvidado los cartuchos. No hace falta hacer muchos comentarios. El hecho se comenta por sí mismo.
El total de reos que aparecen en las Memorias son alrededor de 150. Hay 17 alcañizanos. De Híjar aparecen dos, Antonio Meseguer Barceló y José Escorihuela Mir. De Albalate del Arzobispo son Tomás Gardana y Florencio París Sancho. De Samper de Calanda Antonio López, Francisco Gracia y uno apellidado Almudí. De Urrea de Gaén Antonio Blasco. Éstos son los que aparecen reflejados de nuestro entorno más cercano. Desearía para aquellos que lean estas líneas, hacerles una reflexión. El delito que cometieron todos ellos, era el de estar afiliados a un partido de izquierdas; socialista, comunista, UGT, CNT, o, simplemente republicanos. Esto es una monstruosidad jurídica, ya que se condenó a la pena capital o a otro tipo de penas, a todo un conjunto de personas por pertenecer o estar afiliado el 18 de julio de 1936, a un partido o sindicato, que en aquellos momentos eran legales. Además se les acusó a muchos de ellos de auxilio a la rebelión, cuando no fueron ellos precisamente los que se rebelaron. Los que si lo hicieron, de acuerdo con el código de justicia militar entonces vigente, fueron los militares como Mola, Franco, Cabanellas, Queipo de Llano, etc que se alzaron públicamente y en abierta hostilidad contra el Gobierno; y, en consecuencia, son reos de rebelión militar los que se alcen en armas contra el Jefe del Estado, su gobierno o instituciones fundamentales de la nación(1). Los jóvenes de hoy en día deben saber que en determinados momentos de su historia, esto ocurrió. Si hoy irrumpiera un golpe de estado, como el de 18 de julio de 1936, podría ocurrir que todos aquellos que fuéramos de ideologías parecidas a las anteriores, podríamos ser fusilados. Y además acusados de subversión y rebelión. Y además no podríamos ser recordados. Y si alguien pretende hacerlo se le acusa de estar reabriendo heridas.
Si los militares sublevados se hubieran mantenido en sus cuarteles, respetando la legalidad constitucional, no se hubiera producido la Guerra Civil. Esto parece claro. Y obviamente todas las secuencias subsiguientes. Si había problemas en el régimen republicano, donde debían resolverse era en el Parlamento, utilizando la palabra, el logos, la razón. Las armas son para defender un país de una agresión exterior, no para defender los intereses de determinados sectores de la sociedad. Este país nuestro ha estado siempre pendiente del sable. Hemos tenido que sufrir la mente calenturienta de cualquier militar salva-patrias. Azaña tuvo muy claro el problema del militarismo en la historia de España. Par él el ejército era ineficaz para la defensa de la nación, costoso para el erario, privilegiado entre los ciudadanos, amenazador de la libertad personal y obedecido por el poder público. Los españoles hemos soportado durante un siglo un ejército ineficaz, costosísimo y liberticida, estas tres características, juntas con la misma institución, la convierten en un verdadero peligro para el Estado. Era preciso hacer algo y Azaña pone inmediatamente manos a la obra demostrándose a sí mismo y a los demás que era posible reformar una de las instituciones más obsoletas, utilizando la razón, es decir, dando órdenes y publicando decretos. En definitiva quiso un ejército reducido en efectivos, profesional, con la misión única de defensa de la patria en tiempo de guerra y la preparación para la guerra en tiempos de paz(2). Los militares deben estar al servicio de la sociedad y obedecer las decisiones del poder civil. Esto es lo que suele ocurrir en cualquier civilizado y moderno. Hoy, en cambio, en muchos países tercermundistas les ocurre que tienen gravísimos problemas políticos, al tener que estar pendientes de cualquier militar de tres al cuarto. No es necesario señalar que fracasó en su intento Azaña, y el ejército continuó siendo, como siempre lo había sido un enemigo de la libertad.
Uno de los motivos por los que triunfó el golpe fue por la extrema violencia con que fue acometido por los rebeldes y las contundentes amenazas dirigidas a quienes no apoyaran el movimiento. El general Queipo de Llano, en uno de sus mensajes a la prensa, el 24 de julio de 1936, lo dejaba muy claro: ¿Qué haré? Pues imponer un durísimo castigo a esos idiotas congéneres de Azaña. Por ello faculto a todos los ciudadanos a que, cuando se tropiecen con uno de esos sujetos, lo callen de un tiro. O me lo traigan a mí, que yo se lo pegaré.
El general Mola, aunque parece increíble, podía llegar a ser aún más cruel. En sus Instrucciones de 25 de mayo de 1936 decía: Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo. Y continuaba el 19 de julio: Hay que sembrar el terror... dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos a todos los que no piensen como nosotros. Para terminar con la siguiente guinda: Yo veo a mi padre en las filas contrarias y lo fusilo (3).
La actuación del célebre, teniente coronel Yagüe, en las matanzas de la plaza de toros de Badajoz. A primeras horas de la mañana del día 15 de agosto de 1936, se emplazaron ametralladoras en las contrabarreras del toril que abrieron fuego sobre la multitud de hombres y mujeres de izquierdas allí concentrados: republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas y simples hombres de campo, jornaleros, campesinos y demás paisanos fueron cayendo tronchados por el fuego de las ametralladoras. Según el testimonio de Justo Vila: Hubo moros y falangistas que bajaron a la arena para jalear a los prisioneros, como si de reses bravas se tratase. Las bayonetas, a modo de estoque, eran clavadas en los cuerpos indefensos de los campesinos con el beneplácito de jefes, oficiales y suboficiales. Luego abrían fuego las ametralladoras; los cuerpos eran retirados en camionetas y carretas y el ruedo comenzaba a llenarse de nuevo.
Se calcula que murieron en los primeros días, entre combate y represión, más de 9.000 personas en Badajoz. De éstas, más de 4.000 perecieron en las tristemente famosas matanzas de la plaza de Badajoz... (4)
Un acontecimiento esclarecedor de este ejército golpista ocurrió en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936, con motivo de la Fiesta de la Raza, que refleja claramente el talante de los militares sublevados. Es el altercado entre Unamuno y el general José Millán Astray, fundador de la Legión y responsable de la propaganda del Cuartel General del generalísimo Franco. Este lanzó sus necrófilas y célebres palabras. "¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligencia!, a las que replicó aquel: Éste es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando su sagrado recinto...Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España(5).
Produce auténtico pavor y escalofrío que España estuviera durante 40 años en manos de personas de esta catadura moral.
Los dirigentes republicanos, por lo general, obraron con una actitud radicalmente opuesta a la barbarie rebelde, aunque en muchos lugares, como Híjar, nadie hiciera caso de sus palabras. El dirigente del PSOE, Indalecio Prieto, en las páginas de El Socialista, el 9 de agosto de 1936, intentaba parar la represión que ya había dado comienzo en territorio republicano: Por muy fidedignas que sean las terribles y trágicas versiones de lo que está ocurriendo en tierras dominadas por nuestros enemigos...no imitéis esa conducta, os lo ruego, os lo suplico. Ante la crueldad ajena, la piedad vuestra..ante los excesos del enemigo, vuestra benevolencia generosa..¡No los imitéis!(6)
En la zona republicana las muertes se produjeron a pesar de los esfuerzos de las autoridades (República, Euskadi, Generalitat) por impedirlas, en cambio en la zona nacional recae sobre las autoridades la responsabilidad directa y expresa, tanto de los fusilamientos como de los paseos.
De Barcelona zarparon barcos enteros, franceses e italianos sobre todo, pero también de otras nacionalidades, fletados exclusivamente para evacuar personas amenazadas, pero, como ha dicho Joseph Benet, "de la zona rebelde no salió ningún barco. Hasta Queipo de Llano, en una de sus celebres charlas por radio, reconocía el 24 de agosto de 1936 que el presidente Companys "ha dejado salir de Barcelona a más de cinco mil hombres de derechas, lo cual ha de aminorar sin duda la responsabilidad que pesa sobre él ¡Dios se lo tenga en cuenta!".
El presidente Joseph Tarradellas, comentando los fracasados intentos de canje a favor de Carrasco i Formiguera, señalaba que la dificultad provenía de que Franco era por sistema opuesto a los canjes (sólo le interesaban los aviadores alemanes e italianos derribados) y, sobre todo, de que la Generalitat no tenía rehenes que ofrecer: "A las personas de derechas les habíamos proporcionado el pasaporte y les habíamos enviado a miles al extranjero, en los primeros meses de la guerra, para que no los asesinaran, empezando por los más amenazados, sin ninguna contrapartida, y después ya no podíamos proponer a nadie para canjes"(7).
Estos textos son suficientemente explícitos. Por la parte rebelde, desde el aparato estatal, hay una clara y unitaria política de exterminio para todos aquellos que no secundasen el golpe. Por ello, una vez puesta en marcha, los militares sublevados no les quedaba otra opción que una huída hacia delante, ya que en el caso de fracasar hubieran tenido que rendir cuentas ante los Tribunales de Justicia.
Por el contrario, en el lado republicano, aunque se cometieron excesos, desde el Gobierno se intentó pararlos, y que solamente debieran ser eliminados, aquellos que hubieran sido inculpados tras un juicio llevado a cabo con todas las garantías.
Otro problema de la sociedad española de los treinta era el clericalismo, la situación privilegiada de la Iglesia católica. Azaña lo comprendió con nitidez. El Estado no puede admitir ningún principio confesional ni nadie puede hacer valer ante el Estado una religión para colocarse en una situación de privilegio y excepción. El Estado republicano, sigue indicando no tiene religión y, por tanto, no puede admitir ninguna actitud, ningún derecho, ninguna posición que se derive de la existencia de las religiones. No se le escapaba que esa simple manera de resolver el problema religioso implicaba el fin de privilegio y excepción de la Iglesia católica y de su masiva presencia en la esfera docente. Además de un Estado laico, Azaña proclama para la República la obligación de formar a las generaciones futuras. El Estado laico es un Estado educador, que no confía a ninguna institución ajena la tarea de sustituir el caduco pensamiento católico(8). Hacía 150 años Masson de Morvillers en su Enciclopedia entre otras cosas, que continuaban siendo actuales en los años 30, dijo: El español tiene aptitud para las ciencias, y , sin embargo, quizás sea la nación más ignorante de Europa. ¿Qué se puede esperar de un pueblo que necesita permiso de un fraile para leer o pensar?
En tanto en cuanto la República tuvo los objetivos señalados en los párrafos anteriores, respecto a la manera de resolver el problema religioso en España, podemos comprender el que la sublevación contase con el apoyo incondicional de la Iglesia española. No tuvo ningún impedimento ético para hacerlo. En 1936 las más altas jerarquías eclesiásticas españolas, salvo alguna excepción, apoyaron inequívocamente a los militares sublevados. El Episcopado español en la Carta Colectiva de 1 de julio de 1937, Sobre la Guerra de España, dirigida a los obispos de todo el mundo, muestra su apoyo incondicional a los militares sublevados. Con semejante actitud la Iglesia optó por ser enemiga de media España. Algunos fragmentos de este documento fundamental pueden ser clarificadores:
"El 18 de julio del año pasado se realizó el alzamiento militar y estalló la guerra, que aún dura. Pero nótese, primero, que la sublevación militar no se produjo, ya desde sus comienzos, sin colaboración del pueblo sano, que se incorporó en grandes masas al movimiento, que, por ello, debe calificarse de cívico-militar...
La guerra es, pues, como un plebiscito armado. La lucha blanca de los comicios de febrero de 1936, en que la falta de conciencia política del Gobierno nacional dio arbitrariamente a las fuerzas revolucionarias un triunfo que no habían logrado en las urnas, se transformó, por la contienda cívico-militar, en la lucha cruenta de un pueblo partido en dos tendencias: la espiritual, del lado de los sublevados, que salió en defensa del orden, la paz social, la civilización tradicional y la patria, y muy ostensiblemente, en un gran sector, para la defensa de la religión; y de la otra parte, la materialista, llámese marxista, comunista o anarquista, que quiso sustituir la vieja civilización de España por la novísima civilización de los soviets rusos.
El movimiento nacional ha fortalecido el sentido de la patria..Dentro del movimiento nacional se ha producido el fenómeno, maravilloso, del martirio... El movimiento ha garantizado el orden en el territorio por él dominado... en medio del esfuerzo y del dolor terrible de la guerra, las tierras del lado nacional viven en la tranquilidad del orden interno, bajo la tutela de una verdadera autoridad, que es el principio de la justicia, de la paz y del progreso que prometen la fecundidad de la vida social..Esta situación permite esperar un régimen de justicia y paz para el futuro...
Realmente escribir estas líneas , cuando ya se han producido y se estaban produciendo auténticas masacres por parte de los militares rebeldes en una parte importante del pueblo, exclusivamente por ser de izquierdas; pienso que debería inducir a la Iglesia católica española a una reflexión profunda y pensar si estuvo a la altura de las circunstancias. Decantarse, como lo hizo, por el bando rebelde, aún reconociendo que ella misma fuera víctima en el lado republicano, pienso que fue inadecuado. En lugar de ser fuente de reconciliación, fue todo lo contrario de persecución. En 1971 hubo un tímido conato de solventar este error que no logró el apoyo necesario (dos tercios) para una declaración formal de la Confederación Episcopal Española a la sociedad española, cuya texto, que quedó inédito, era el siguiente:
"Si decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso y su palabra ya no está en nosotros (1 Jn 1, 10). Así pues, reconocemos humildemente y pedimos perdón porque no siempre hemos sabido ser verdaderos ministros de reconciliación en el seno de nuestro pueblo, dividido por una guerra entre hermanos."
Lanzo unas preguntas, para que la conteste, quien pueda y sepa hacerlo; ¿por qué ha sido tan criticada la iglesia española por la clase trabajadora? ¿por qué las clases poderosas se han llevado tan bien con la iglesia? También es cierto que algún prelado, como Marcelino Olaechea, de la sede de Pamplona, luchó por detener esa masacre que se estaba cometiendo por parte de los nacionales. Lo más destacado y valiente de todo lo que hizo monseñor Olaechea durante la Guerra Civil fue su alocución del 15 de noviembre de 1936 condenando la práctica, demasiado repetida, de ciertas ejecuciones que eran más bien linchamientos. Cuando en el frente había muerto un mozo y lo llevaban a su pueblo para enterrarlo, a menudo la ceremonia terminaba con la ejecución expeditiva, sin trámite judicial, de algunos rojos de la localidad. Este discurso destaca con la frase ¡No más sangre, no más sangre! (9).
La postura de la iglesia española hacia el régimen de Franco se mantuvo inmutable, una vez acabada la Guerra Civil. Por ello recibió todo tipo de prebendas, reconocidas en el Concordato de 1953. Se estableció la religión católica, apostólica y romana como la única de la nación española. Los clérigos y religiosos estarán exentos del servicio militar. Anualmente el Estado le asignara una adecuada asignación. Las iglesias gozarán de exención de impuestos de índole estatal o local. El Estado reconoce plenos efectos civiles al matrimonio celebrado según las normas del Derecho Canónico. En todos los centros docentes de cualquier orden o grado, sean estatales o no estatales, la enseñanza se ajustará a los principios del Dogma y de la Moral de la Iglesia Católica. El Estado español garantiza la enseñanza de la Religión Católica como materia ordinaria y obligatoria en todos los centros docentes. Se garantiza la presencia espiritual de la Iglesia Católica en el ejército. Además de otras prebendas. La Iglesia católica por apoyar al régimen de Franco recibió un cheque al portador.
Alguno, al llegar a esta parte del relato, exclamará señalando que todo esto pasó hace mucho tiempo, y que es mucho mejor olvidarlo. Pero yo le diría que para olvidar algo, primero hay que saberlo y conocerlo. Es muy difícil olvidar algo, si previamente no se conoce.
Hechas estas consideraciones, retomamos el tema de los fusilados en la cárcel de Torrero. Dar a conocer todos estos hechos es algo necesario e imprescindible, como decía al principio. No puede construirse una reconciliación plena y total, cuando todavía existen cosas en la oscuridad más absoluta. Cuando todo se conoce, no sólo una parte, es cuando podemos pensar en una convivencia sin rencores.
Debemos hacerlo además por salud democrática. Todavía más, cuando los fusilados, que aparecen en estas Memorias, murieron por la defensa de la legalidad constitucional. Muchos de ellos no han tenido ni siquiera la posibilidad de ser nombrados. En cambio, aquellos que apoyaron el Golpe, sus nombres son conocidos, y ensalzados en lápidas, monolitos, cruces, etc. Todavía existe un pueblo de la provincia de Soria, que lleva el nombre del causante de la masacre de la plaza de toros de Badajoz. Es algo inconcebible. Realmente el mundo al revés. Esto nadie con dos dedos de frente puede entenderlo.
Dicho todo lo precedente, me parece conveniente y éticamente necesario dar a conocer las vicisitudes de un hijarano, Antonio Meseguer Barceló, víctima de la represión franquista. Fray Gumersindo de Estella nos refleja los momentos previos a su muerte, que producen auténtico escalofrío. Es así:
"Uno de los reos del día 21 de noviembre de 1938 era natural de Híjar(Teruel), llamado Antonio Meseguer. Era alto de estatura. No tendría más que unos 25 años de edad. De bella presencia; muy bien formado. Era maestro. En su infancia y adolescencia había sido alumno de una escuela de padres capuchinos de Híjar, siendo su profesor el P. Miguel de Pamplona. Más tarde, según me informaron, se afilió al partido socialista. Al comenzar la sublevación de Franco y Mola, y llegando los catalanes a Híjar, fue elegido para miembro del Comité. Luego fue hecho comisario político. Cuando las tropas de Franco avanzaron hacia Castellón, Antonio Meseguer se dispuso a continuar su retirada de aquella ciudad. Allí se encontró con un telegrafista de Híjar que era de derechas. Éste le invitó a comer con él. Antonio aceptó y rezó la bendición de la mesa con su amigo. Así me refirió una hija del telegrafista. Antonio, aunque se le rogó quedase en Castellón, se ausentó y continuó la retirada a una con las fuerzas republicanas. Fue cogido prisionero en la misma provincia. Y juzgado sumarísimamente, fue condenado a la última pena. Se confesó sollozando. Asistió a la Santa Misa y comulgó con fervor."
Ese mismo día, según el relato breve y conciso, pero lleno de significado, fueron tres los reos. Uno Antonio; otro era natural de Jaén, de apellido Laguna; del tercer reo el padre Gumersindo no sabe nada.
Yo quiero añadir otros detalles de este hijarano, me hubiera gustado que hubieran sido más prolijos, pero por circunstancias que no vienen al caso, no parece conveniente mencionar en estos momentos. Sirva, como pequeño homenaje.
Nació el día 23 de enero de 1915, en la calle de San Blas nº 28. Sus padres fueron Antonio Meseguer Burillo, de profesión zapatero, y Concepción Barceló Gerique., ambos naturales de Híjar. Del mismo modo lo eran todos sus abuelos, salvo su abuelo materno que procedía del pueblo turolense de Castellote. De familia profundamente hijarana. Debemos destacar que el fraile dominico, Santiago Meseguer Burillo, hermano de su padre, murió asesinado por los rojos, y que, como sabemos, ya ha sido beatificado.
Hizo sus estudios para Maestro de 1ª Enseñanza en la Escuela Normal del Magisterio Primario de Zaragoza. Aprobó el ingreso el 1º de junio de 1929. Y en cuatro cursos alcanzó el Título, con un expediente muy brillante(10).
Año
Curso
ASIGNATURAS
NOTAS
1929-30

Religión e Historia Sagrada
Sobresaliente
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Teoría y Práctica de la Lectura
Sobresaliente
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Nociones Generales de Geografía y Gª Regional
Sobresaliente
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Nociones Generales de Historia e Hª de la Edad Edad Antigua
Notable
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Nociones y ejercicios de Aritmética y Geometría
Sobresaliente
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Dibujo 1º
Sobresaliente
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Caligrafía 1º
Aprobado
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"
Música 1º
Sobresaliente
1930-31
Curso
ASIGNATURAS
NOTAS
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Religión y Moral
Sobresaliente
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Geografía de España
Sobresaliente
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Gramática Castellana 1º
Sobresaliente
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Historia de la Edad Media
Sobresaliente
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"
Aritmética y Geometría
Sobresaliente
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"
Pedagogía 1º
Sobresaliente
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"
Música 2º
Notable
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Caligrafía 2º
Aprobado
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Dibujo 2º
Aprobado
1931-32
Curso
ASIGNATURAS
NOTAS
"

Gramática Castellana 2º
Sobresaliente
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"
Geografía Universal
Sobresaliente
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"
Historia de la Edad Moderna
Sobresaliente
"
"
Francés 1º
Sobresaliente
"
"
Algebra
Sobresaliente
"
"
Historia Natural
Aprobado
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"
Pedagogía 2º
Sobresaliente
"
"
Prácticas de Enseñanza
Sobresaliente
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"
Física
Aprobado
1932-33
Curso
ASIGNATURAS
NOTAS
"

Historia de la Pedagogía
Sobresaliente
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"
Elementos de Literatura Española
Sobresaliente
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"
Francés 2º
Sobresaliente
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"
Ampliación de la Geografía de España
Sobresaliente
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"
Historia Contemporánea
Notable
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Química
Sobresaliente
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Rudimentos de Derecho y Legislación Escolar
Notable
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Agricultura
Aprobado
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"
Prácticas de Enseñanza 2º
Sobresaliente
La Hoja de estudios precedente la certifica D. Enrique Ballesteros García ... Profesor y Secretario de la Escuela Normal del Magisterio Primario de Zaragoza, con fecha de 8 de junio de 1933, con el Vº Bº del Director Ricardo Sancho.
Se le expidió el Título a 1º de julio de 1933.
El expediente fue brillantísimo. A los 18 años estuvo en posesión de su Título para poder ejercer su carrera docente. Pero pudo hacerlo 2 años, ya que en julio de 1936 llegó la Guerra. Una vez iniciada ésta, desempeñó determinados cargos políticos. Y finalmente acabó su experiencia vital en un triste día de otoño del año 1938. Uno más, entre otros muchos intelectuales que molestaban al régimen franquista. La inteligencia y el fascismo son incompatibles. Se ha hecho célebre la frase que ha hecho historia, atribuida al mariscal nazi Hermann Goering: Cuando oigo hablar de Cultura le quito el seguro a mi Browning. Es verdad que nada golpea más al fascismo, al dogmatismo y a la intolerancia que la cultura y, en justa reciprocidad, parece lógico que cuando el fascismo oiga hablar de cultura eche mano de la pistola.
Notas
1. RAGUER, Hilari: La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil Española (1936-1939). Ediciones Península, 2001, Barcelona.
JULIÁ, Santos: Manuel Azaña. Una Biografía Política. Alianza, 1990, Madrid.
PINA PIQUER, José Manuel: De ilusiones y tragedias. Historia de Albalate del Arzobispo. Sender Ediciones, 2000, Zaragoza.
REIG TAPIA, Alberto: Memoria de la Guerra Civil. Los mitos de la tribu. Alianza Editorial, 2000, Madrid.
REIG TAPIA, Alberto: Memoria de la Guerra Civil. Los mitos de la tribu. Alianza Editorial, 2000, Madrid.
PINA PIQUER, José Manuel: De ilusiones y tragedias. Historia de Albalate del Arzobispo. Sender Ediciones, 2000, Zaragoza.
RAGUER, Hilari: La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil Española (1936-1939). Ediciones Península, 2001, Barcelona.
JULIÁ, Santos: Manuel Azaña. Una Biografía Política. Alianza, 1990, Madrid.
RAGUER, Hilari: La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil Española. (1936-1939). Ediciones Península, 2001, Barcelona.
Archivo General de la Administración. Alcala de Henares.
Cándido Marquesán Millán
El tiempo todo lo cura, menos vejez y locura.Un testigo que vió, vale por dos; y si vió y oyó, por ciento dos..

Los niños que perdió España entre guerras y dictaduras

Los niños que perdió España entre guerras y dictaduras
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El regreso a España se le permitió a la mayoría de los “niños de la guerra” a partir de 1949. Según el ITS, retornaron 20.266, aunque no todos se quedaron. Sin embargo, “a los menores que estaban en la Unión Soviética no se les dejó volver”, lamenta Cabra, “el Partido Comunista Español quería encargarse de su formación: se convirtieron en rehenes de la lucha ideológica entre el PCE y el régimen de Franco”. Los que fueron educados por el Partido aún tuvieron suerte. Los pequeños a los que la segunda Gran Guerra había dejado desamparados formaron en muchos casos bandas que recurrían al delito para la supervivencia. En la URSS, los mayores de 12 años podían ser deportados a los campos de trabajos forzados.
“Hay niños que acaban en los Gulag, hay niños que acaban en la cárcel, y hay niños desaparecidos de los que nunca se volvió a saber nada”, dice Cabra. Cuántos, se desconoce. “El archivo de la Cruz Roja de la Unión Soviética fue purgado y se quemaron todas las actas que no le interesaban al régimen comunista”, cuenta Cabra. “Tampoco el Gobierno español ha hecho ningún esfuerzo por elaborar y hacer pública una lista con los nombres de los ‘niños de la guerra’, y la información la tiene”, critica Dionis.
Ha sido exclusivamente la labor de las asociaciones y de los mismos menores, hoy ya ancianos, la que ha logrado ir reconstruyendo estas historias y evitando que caigan en el olvido. La recientemente aprobada Ley de la Memoria Histórica ni siquiera menciona a los “niños de la guerra”, que “continúan sin recibir reconocimiento jurídico de ningún tipo”, dice Dionis. “Además, nadie se ha dedicado a estudiar estos casos”, añade, “hay montones de libros sobre la Guerra Civil, pero no hay trabajos sobre cuestiones concretas como, por ejemplo, ¿qué pasó con los ‘niños de la guerra’?”.
Los “niños perdidos”
Según el juez español Baltasar Garzón, se trata de un delito que puede ser tipificado como detención ilegal con desaparición forzada y según el magistrado fue una práctica sistemática y repetitiva durante el franquismo: los hurtos de niños, hijos de republicanas encarceladas. En la mayoría de los casos, los menores eran entregados a las órdenes religiosas o a las instituciones del régimen y, en ocasiones, a familias afines al mismo. Su pista se pierde fácilmente, sobre todo cuando por uno de estos tres caminos a los pequeños se les cambia el nombre.
Fueron en primer lugar un documental emitido por la televisión pública catalana TV3, titulado Los niños perdidos del franquismo y realizado por Montserrat Armengou y Ricard Belis, y un libro del mismo nombre, escrito por ambos junto a Ricard Vinyes, los que levantaron la polémica en torno a estas prácticas, sobre cuyo ejercicio en España hasta el momento sólo se había hablado en círculos extremadamente reducidos. Después, Garzón presentó su auto y otro de los muchos temas que del pasado histórico español se han ignorado quedó definitivamente listo para el debate.
“Una de las sorpresas que me encontré a la vuelta de un largo exilio fue el ver que mis estudiantes (gente joven, despierta y curiosa intelectualmente, horrorizados por las barbaridades realizadas por las dictaduras chilenas y argentinas -tales como el robo de niños de padres asesinados por aquellas dictaduras-) desconocían que todos aquellos horrores habían ocurrido también en España”, recuerda el catedrático de Ciencias Políticas Vicenç Navarro al comienzo de un artículo publicado por el diario español El País.
Sin embargo, en la actual discusión algunos expertos están emitiendo señales de alarma ante lo ligero de las comparaciones. “Desde el punto de vista jurídico, lo sucedido con los menores en España y lo que pasó en América Latina no es lo mismo. En Chile y en Argentina, a las presas les quitaban los niños en secreto. En España era un acto legal- conforme a la legalidad franquista- y se llevaba a cabo abiertamente”, indica Dionis. “A los padres españoles, el Estado les retiraba oficialmente la patria potestad sobre sus hijos porque, al ser ‘rojos’, consideraba que no estaban capacitados para educarlos”, añade.
El juez Garzón calcula que sólo entre 1944 y 1945 estuvieron bajo tutela del Estado español más de 30.000 niños descendientes de opositores al régimen. Pero, “Garzón ha planteado muy mal su auto”, opina Dionis, “los menores que les fueron sustraídos a las presas republicanas no están desaparecidos. Existen actas y documentos en los que se registraron las entregas de los pequeños a las órdenes religiosas, los procedimientos de adopción y las modificaciones de nombres y apellidos. Bastaría con que el Gobierno reconociera jurídicamente el problema y ordenara la apertura de una investigación en la que se catalogasen e hiciesen públicos todos los archivos”.
Los “niños enterrados”
El grueso de los españoles que desaparecieron durante la Guerra Civil y el régimen franquista se encuentra bajo la tierra de las fosas comunes. 70 años después de que se pusiese fin al conflicto interno hispano y a casi 34 de la muerte de Francisco Franco, una parte del país todavía busca a sus abuelos, sus madres, sus tíos, sus hermanas. En el lento proceso español de reconstrucción del pasado y reconocimiento de las víctimas, el ritmo de las exhumaciones de cadáveres de represaliados se ha acelerado en los últimos años. En el silencio reinante hasta hace algún tiempo, el destino de las 13 Rosas fue llevado en 2007 al cine.
Pero, ¿se sospechan fusilamientos frecuentes de menores, aún hoy desaparecidos? “Se sabe que hubo menores encarcelados; se sabe que hubo actos de violencia indiscriminada contra la población civil e imaginamos que estos seguramente afectaron también a algunos menores, teniendo en cuenta además que la mayoría de edad se situaba en aquella época en los 21 años para las mujeres y los 23 para los hombres”, dice Juli Cuéllar, responsable del departamento de Desaparecidos y Fosas de la Guerra Civil y el Franquismo del Gobierno catalán. “Sin embargo, a nosotros, que trabajamos a partir de las peticiones de búsqueda que nos hacen los ciudadanos, no nos consta ningún caso de este tipo”, puntualiza.
De las alrededor de 3.000 solicitudes que han llegado hasta las oficinas de esta instancia, dos son de menores desaparecidos, cuenta Cuéllar: “una es de un niño cuya pista se pierde durante un bombardeo. La otra nos la ha hecho llegar una madre que dio a luz en la cárcel y tiene constancia de la muerte del bebé, pero quiere saber dónde está enterrado”.
Autora: Luna Bolívar Manaut
Editora: Emilia Rojas





Los niños que perdió España entre guerras y dictaduras

Los niños que perdió España entre guerras y dictaduras
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El término se generaliza y no siempre se usa con corrección. A veces, con él se etiqueta el destino de algunos niños que sufrieron la Guerra Civil española y el franquismo. Pero, ¿hubo menores desaparecidos en España?
Fue la presión popular la que obligó al Gobierno británico a aceptar a los niños españoles. Era 1937 y la parte hispana de la Península Ibérica llevaba un año sumida en un terrible conflicto fraternal. Muchos republicanos quisieron ahorrarles a sus hijos el hambre, el miedo y las calamidades de la Guerra Civil. Menores, algunos de muy corta edad, partían solos y entre lágrimas hacia países desconocidos. Algunos no regresaron nunca. Otros se perdieron a su vuelta en la maraña del régimen franquista.
Finalizada la lucha en el frente vinieron la dictadura y la represión para continuar sesgando familias. En noviembre de 2008, el juez de la Audiencia Nacional española Baltasar Garzón dictó un auto con el que denunciaba las "sustracciones sistemáticas de niños a las presas republicanas", hijos que, según el conocido magistrado, "jamás fueron devueltos a sus familiares de origen, ni tampoco se intentó".
Existe, además, una placa conmemorativa en el cementerio de la Almudena de Madrid. Recuerda a las "13 Rosas": 13 jóvenes españolas, miembros de la Juventud Socialista Unificada, que fueron fusiladas el 5 de agosto de 1939 frente a la tapia de este camposanto. Ocho de ellas no habían cumplido por aquel entonces los 21 años, la mayoría de edad en la época.
Sin embargo, con los calificativos hay que tener cuidado, advierte Gregorio Dionis, del Equipo Nizkor, la única organización que ha tratado estos casos desde una perspectiva jurídica. "Mucha gente desconoce el significado exacto del delito de desaparición forzada y lo usa arbitrariamente hasta que, al final, pierde su valor denominativo."
Los “niños de la guerra”
A veces se les llama "niños de Moscú", pero el título es una inexactitud histórica. No todos los menores evacuados durante la Guerra Civil española fueron a parar a la Unión Soviética. Tampoco la mayoría. Marie Trappiel enumera en un trabajo realizado para la Universidad Humboldt de Berlín, y al que remite el Servicio Internacional de Búsqueda (ITS), que Francia se hizo cargo de unos 9.000 pequeños, Gran Bretaña de 4.000, Bélgica de 3.500 y la Unión Soviética de 3.000. Además, México acogió a 500, Suiza a 245, Holanda a 195 y otros países europeos a algunos pocos, como los dos a los que dio cobijo Dinamarca.
El Comité Internacional de la Cruz Roja calcula que entre 1937 y 1939 organizó el refugio en el extranjero de 32.000 “niños de la guerra” españoles. Del país salían identificados y habiéndose elaborado detallados listados de datos. Era una marcha provisional con intenciones de reencuentro. Pero mantener el contacto con las familias fue difícil.
Primero, porque la censura franquista lo truncó cuanto pudo. “La correspondencia casi nunca llegaba. Hace unos cinco o seis años, se descubrieron en el archivo de la Guerra Civil de Salamanca montones de cartas de estos pequeños sin abrir”, dice Dolores Cabra, directora de AGE, una organización que agrupa a todas las asociaciones de los “niños de la guerra” que fueron surgiendo en los diferentes países de acogida. Segundo, porque los republicanos perdieron la última batalla y la documentación respectiva a estos menores quedó bajo potestad del régimen dictatorial.
Además, al conflicto español le siguió pronto el mundial, y los niños que habían huido del primero se vieron sumidos en el segundo. En la situación de emergencia bélica provocada por el avance de las tropas nazis, muchos acabaron vagando por las calles de Europa, viéndose obligados a mendigar o a delinquir para poder sobrevivir. De los republicanos adultos que cayeron en manos del ejército alemán, Madrid no quiso responsabilizarse y fueron en consecuencia internados en campos de concentración. Pero, “cuando la Wehrmacht capturaba a un menor, éste era entregado a España e ingresaba en el Auxilio Social”, cuenta Cabra.
El Auxilio Social era una institución fascista española creada a imagen de la hitleriana “Winterhilfe” (“Auxilio de Invierno”), “un lugar horrible, en el que a los niños se les decía, literalmente, que sus padres eran unos rojos de porquería y que tenían que redimir los pecados de sus progenitores a través de la religión”, explica la directora de AGE. El Estado se hacía cargo de estos pequeños porque muchos eran huérfanos, sus padres estaban exiliados o no los consideraba facultados para ocuparse de sus hijos por ser republicanos.
“Finalizada la II Guerra Mundial, Franco hizo algún intento por recuperar a los ‘niños de la guerra’ e integrarlos en el sistema falangista, pero los Aliados y la Cruz Roja consideraron que era mejor que los menores no volvieran a España”, narra Dionis, del Equipo Nizkor. Entonces, el dictador les retiró la nacionalidad por medio de un decreto que todavía sigue hoy vigente.